Un posible final feliz

Documental Desde Adentro (Vasco Elola, 2013)


En la superficie, Desde Adentro es un documental uruguayo que sigue durante tres años (2006-2009) la vida de un grupo de reclusos de la Cárcel de Canelones, con especial hincapié en dos de ellos, Catuca y Medina.
Lo primero que hay que decir es que se trata de una película luminosa, no del bajón terrible que uno esperaría ver sobre las cárceles uruguayas. Si bien las condiciones son precarias, y el ambiente parece integrar por momentos el subdesarrollo más profundo, la actitud de los presos ante la cámara es decididamente alegre, optimista. Están contentos por ser filmados, por aparecer en la tele. En lo profundo, también se muestran felices porque tienen esperanza. Mejor dicho, tienen una esperanza.
“En marzo del 2005 el presidente Tabaré Vázquez declaró la emergencia carcelaria”, dice el texto que da inicio a la película. Al año siguiente se implementó el Proyecto de Rehabilitación Voluntaria: por cada día de trabajo o estudio, se suprimiría un día de la condena del preso. Esa es la esperanza. Los protagonistas aparecen trabajando, entre otras cosas, en una bloquera, haciendo bloques que luego venden a barracas, con lo que se generan proventos, y se mejoran las condiciones de vida (es notable ver cómo imaginan la pieza nueva que están construyendo: “con una arcada que separe la cocina y unas “puertitas de cowboy”). 
Durante tres años el director de cine Vasco Elola y la periodista Andrea Villaverde siguieron las alternativas de un proceso de rehabilitación que cada vez más se complica más. Con gracia, y con una sabia discreción, logran que el espectador se meta en el ambiente de los convictos y en su lucha diaria por cambiar de vida. Tanto, que cuando llega gente “de afuera” –entre ellos el vicepresidente Nin Novoa con su delegación oficial– tenemos la misma sensación de extrañeza que tienen ellos: esas personas de traje y corbata provienen realmente de otro mundo, de la libertadad, y siguen una lógica distinta a la carcelaria.
La película, excelente en su factura y muy humana en su contenido, comunica dos cosas que pueden parecer contradictorias. Por un lado, el filme describe la rehabilitación como un proceso largo y difícil, que no depende solo del deseo auténtico de reforma del preso –quien nunca se sabe hasta dónde es sincero o no. Hay otras variables que amenazan con tirar todo abajo en el momento menos pensado; (por mencionar solo algunas, la droga, la familia, los la dirección del penal, la política del Ministerio del Interior, los guardias, los otros presos…
Por otra parte la película logra comunicar, sin caer en la prédica ni el panfleto, que el final feliz también es posible. En un mundo ideal todos los actores y  todas las variables deberíamos apuntar hacia él. Por desgracia vivimos en un mundo real. Por suerte depende de nosotros cambiarlo.