El Libro de Oro del T Cuento Q



"El Libro de Oro del TCQ",  AA.VV. 
Coordinación Pablo Silva Olazábal
Prólogo de Lauro Zavala
(ed. “La máquina de pensar”, 2011)  204 páginas.

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Prólogo de Lauro Zavala, reseña en Búsqueda y  palabras preliminares del libro (que fue traducido al francés por y publicado en línea por el proyecto Lectures D'ailleurs, de la Universidad de París Nanterre)
Semanario Búsqueda 31 de mayo 2012  


Escritos con el pulgar

Les llaman microrrelato, minificción, minicuento o twicción, entre otros nombres que aluden a su brevedad. Es raro que aparezcan en antologías literarias, porque críticos y académicos usualmente consideran que es una forma menor de la literatura o, simplemente, que no es literatura. Sin embargo, estas historias mínimas han crecido en popularidad en lengua española y cada vez son más quienes cultivan el género. Una prueba es el concurso TCQ (T cuento Q), organizado por el programa “La máquina de pensar” (y antes por  “Sopa de letras”) de Radio Uruguay del Sodre y auspiciado por Antel y la Biblioteca Nacional. Desde su primera convocatoria en el 2007, hasta la última en el 2011, el concurso recibió más de 144.000 relatos enviados por SMS que no podían superar los 160 caracteres. En cada convocatoria los jurados seleccionaron 100 de estos textos; todos ellos se acaban de recopilar en El libro de oro del TCQ.

Tal vez varios lectores enfrentados a estas historias de pocos trazos dirán: “¡pero esto no es un cuento!”. La cuestión es quién puede definir hoy, en época de mixturas literarias y artísticas, hasta dónde llegan los límites de un género. De todas formas, es oportuna la advertencia que en el prólogo formula Lauro Zavala, mexicano que se ha dedicado al estudio y la teoría de la minificción: “No todo texto breve tiene méritos para ser antologado. Pero cuando sí los tiene, comparte con los demás géneros literarios algunos rasgos distintivos, tales como: imaginación, intertextualidad y una filosofía implícita acerca de la vida y, sobre todo, acerca de la escritura”.

“Veni, vidi, vici” (“Llegué, vi, vencí”), son las palabras que se le atribuyen a Julio César cuando narró frente al Senado romano su rápida victoria tras la batalla de Zela. Es posible que la audiencia de César necesitara más explicaciones, pero esos tres verbos condensan todo el poderío, la masacre, la sangre, los gritos del dolor y del triunfo. En definitiva, todo lo que no se contó. Sin saberlo, el César llevó lo no dicho a su máxima expresión: elaboró un minicuento.

Justamente es esa la clave de un relato hiperbreve: manejar con eficacia los datos ocultos para que el lector complete la historia que falta. “Una vez más surge el matiz entre simpleza y sencillez. Los minicuentos elegidos son sencillos en su factura porque la brevedad así lo exige. Pero de ningún modo esto implica simpleza. Por el contrario, una de las virtudes apreciadas por este jurado fue la complejidad escondida tras la elegancia depurada de esa sencillez”, escribieron en su prólogo los integrantes del jurado del concurso 2011, integrado por Claudia Amengual, Henry Trujillo y Javier Ricca.

Como suele ocurrir en las antologías, El libro de oro del TCQ es variado en calidad, elaboración literaria y temáticas. Por su propia naturaleza, ofrece otra forma de lectura, que no necesariamente es lineal, y pasan de lo cotidiano a lo histórico, de lo serio al humor, de lo político a su parodia.

“El semáforo inerte seguía funcionando como si nada hubiera pasado”, escribió Matías Francolino (primer premio del 2011), para narrar una posible tragedia. Hacia el humor apuntan otros textos, como el de Fernando Mieres, activo participante de todas las convocatorias: “Prendí el ventilador en mi dormitorio y se volaron todos los papeles de Traverso en Subrayado. ¡Rarísimo!“. Más reflexivo es el texto de José Caputo, otro autor entusiasta de minicuentos: “Cuando estuvo libre de pecados no encontró ninguna piedra“ (premio del público en 2009), o el de Beatriz Cardozo: “Su signo era de agua. Navegó en la ignorancia, se sumergió en la bebida y murió ahogado en llanto”.

Hacia el contenido político apunta el minicuento de Horacio Bernardo (primer premio, 2008): “La abuela nos distraía con cuentos mientras se llevaban a papá. Pero un día se la llevaron a ella. Entonces comenzamos a contarnos cuentos para inventarlos”; mientras que el de Gabriel Vázquez obliga a leerlo dos veces: “Mi título se volvió mi cuento”.

La escritora Clarice Lispector aconsejaba a los escritores “usar la palabra como carnada para pescar lo que no es palabra”. Quienes participaron del concurso TCQ habrán dedicado un tiempo considerable a encontrar la palabra justa para contar solo lo imprescindible. Seguramente, también el hondureño Augusto Monterroso, a quien se considera en el ámbito literario el primer creador de un minicuento, desechó muchas versiones antes de llegar a la sutil sencillez de “El dinosaurio”: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. Tiene 44 caracteres, y narra toda una historia.

Silvana Tanzi

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NOTA PRELIMINAR 

de El libro de Oro del T Cuento Q

Cinco años del T Cuento Q ameritan un alto y una reflexión en el camino. Hasta ahora los 100 mejores minicuentos de cada año habían sido editados en minilibros del tamaño de un celular o móvil, en una especie de homenaje hacia un concurso literario donde sus participantes escriben los textos con un teléfono. Este año la edición de un libro de tamaño normal, que reúna no solo los 100 mejores minicuentos del 2011 sino todos los premiados a lo largo de estos cinco años, tiene varios objetivos. Por un lado, celebrar lo que el TCQ significa a estas alturas como práctica continua de la escritura brevísima en Uruguay, una práctica que ya cuenta con miles de cultores y que replica un fenómeno que en países como España, México y Argentina ya presenta características de boom. Por otro, plantear la minificción y el papel de las nuevas tecnologías dentro del panorama literario uruguayo. De algún modo este libro es  un llamado de atención sobre un género que manifiesta una vitalidad sorprendente dentro de los profundos cambios culturales a los que asistimos y en los que estamos inmersos.

El T Cuento Q es un hecho cultural que se origina por una rara sinergia entre diferentes servicios y empresas estatales. ANTEL, la mayor empresa de telefonía móvil del Uruguay patrocina el concurso y brinda el uso de esa fabulosa autopista de información que es el SMS o mensaje de texto. La Biblioteca Nacional convoca a participar mientras que Radio Uruguay —y el resto de las radios del SODRE— brinda la difusión. La organización recae en un programa cultural de Radio Uruguay, “La Máquina de Pensar“ (anteriormente en “Sopa de Letras”).

Pero por sobre todas las cosas su importancia cultural se debe a la presencia activa de miles de participantes que a lo largo de estos cinco años han imaginado y enviado sus textos de forma constante y masiva.

A ellos las gracias, como también a los jurados que cada año han decidido premios y menciones, además de verter sus pareceres en el prólogo de cada libro.

Por último, en otros países existen concursos similares que registran cifras afines de participación, pero en ninguno de ellos la población es inferior a los 3 millones y medio de habitantes del Uruguay; de ahí que pueda afirmarse que proporcionalmente el T Cuento Q sea, como gustaba decir el poeta Juan Capagorry, un hecho bastante único.

 Pablo Silva Olazábal





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Prólogo del Libro de Oro




Hacia una estética de la ficción

más breve



Lauro Zavala[1]



         El concurso TCQ (T Cuento Q) ha sido convocado en el espacio digital desde Montevideo durante 5 años (de 2007 a 2011) con la condición de que los textos enviados no rebasen los 140 caracteres del twitter o los 160 del sms. En este lapso se recibieron más de 140,000 textos. Y de ellos, los jurados han seleccionado cada año 100 textos (contenidos todos en este volumen), lo cual equivale aproximadamente a haber elegido 1 de cada 4,000 textos recibidos.

         Esto significa varias cosas. No todo texto breve tiene méritos para ser antologado. Pero cuando sí los tiene, comparte con los demás géneros literarios algunos rasgos distintivos, tales como: imaginación, intertextualidad y una filosofía implícita acerca de la vida y, sobre todo, acerca de la escritura. Y también estos textos tienen los rasgos distintivos de la escritura extremadamente breve, en particular: ironía, economía expresiva y espíritu lúdico.

         La rigurosidad de la selección también significa que la escritura extremadamente breve es un género literario particularmente exigente. Tal vez más exigente con sus lectores que los otros géneros de la escritura, pues estos textos requieren de una atención especial. En ellos lo más importante siempre es lo no dicho. El lector debe estar atento a lo que dice el texto de manera implícita. El recurso fundamental de este género es la elipsis extrema.

         Sería imposible elaborar un catálogo razonado de los géneros de esta escritura. Sería como tratar de enumerar las flores de una pradera (ahí donde todavía existen) o las estrellas de una noche estrellada (ahí donde todavía se pueden ver). Pero señalar las tendencias generales de esta escritura puede ser divertido y esclarecedor. Las variantes del género van de las imágenes poéticas a las situaciones paradójicas.

         Finales de novela, reportes de lectura, aforismos inesperados, partes policiacos, metaficciones tematizadas, juegos estructurales, alusiones eruditas, metáforas condensadas, alegorías políticas, dramas telegráficos, llamaradas verbales. Versiones o continuaciones de historias canónicas de la literatura universal o de la mitología local o de la intimidad cotidiana.

         En su texto de presentación, el jurado colectivo del año 2011 lo dijo muy bien. Se trata de la complejidad escondida tras la elegancia de la sencillez. La escritura de una twicción (una ficción en el formato del twitter) tiene el rigor de una fórmula matemática. Es una maquinaria que produce un universo de enorme tensión textual, siempre a punto de estallar en imágenes, ideas y resonancias. Es el género literario que se resiste con mayor fuerza a ser canonizado en cursos, tesis y antologías. Pero cuando se encuentra un buen texto, el lector lo puede releer muchas veces sin que ello agote su fuerza original. Esta fuerza es la que también encontramos al disfrutar muchas veces una canción, una fotografía o un poema. Se integra a la memoria.

         Los textos de este volumen son dignos representantes del género. Y vale la pena señalar que este género ha tenido un desarrollo notable en lengua española. Aunque, como ocurrió con la novela decimonónica francesa, también hay textos extremadamente breves escritos en otras lenguas además del español, si bien no alcanzan el entusiasmo ni cuentan con la tradición literaria que tiene el género en la región iberoamericana.

         Y lo que puede ser aún más interesante es que la reflexión que se deriva de esta escritura está generando la primera teoría literaria producida en lengua española. En España y Argentina se habla de microrrelato, poniendo el énfasis en la dimensión narrativa de estos textos. En México y Venezuela se habla de minificción, poniendo el énfasis en su naturaleza híbrida y poética. En Chile y Uruguay se habla de minicuento, atendiendo a la fuerte tradición del cuento literario. Estas diferencias parecen responder a temperamentos literarios parcialmente distintos en cada región. Pero en todos los casos, la epistemología del género parece ser distinta a la del cuento, la poesía y otros géneros breves. La twicción está a tono con la sensibilidad de la cultura digital.

         Bienvenidos estos textos de la twicción contemporánea. Y también las innumerables variantes que estos textos nos proponen para observar la realidad desde una perspectiva nueva y a la vez antigua, tal vez la más antigua de todas: la mirada del asombro.




[1] Lauro Zavala es uno de los teóricos en minificción más importantes de América Latina. Organizó el Primer Encuentro Internacional de Minificción en la Ciudad de México en 1998, después de lo cual se han organizado otros 5 congresos internacionales. El séptimo tendrá lugar en Berlín en 2012. También es autor del libro teórico La minificción bajo el microscopio, así como de la antología Minificción mexicana, y los 4 tomos de la serie Teorías del cuento (todos ellos en la Universidad Nacional Autónoma de México). Ha escrito un Manual de análisis narrativo y Cómo estudiar el cuento (Trillas) y otros libros sobre literatura y cine. Doctor en letras por El Colegio de México, profesor de semiótica intertextual en la UAM Xochimilco. Dirige http://cuentoenred.xoc.uam.mx. Ver www.laurozavala.info y www.sepancine.mx  Correo: zavala38@hotmail.com