El run run según Tomás Ruiz y el breve laberinto según Juan Carlos Mondragón

Desde Valencia y desde París llegan comentarios sobre El run run de las cosas y sobre A través de un breve laberinto:  El Prof. Tomás Ruiz Luna y el escritor Juan Carlos Mondragón comentan con generosidad y agudeza, a la vez que reflexionan sobre el estado de las cosas en la actual literatura (Ruiz) o las encrucijadas vitales que nos imponen estos tiempos de pandemia y redes, donde los laberintos acechan por doquier (Mondragón), como reflejo, tal vez, de ese gran laberinto interior que todos llevamos dentro.



La estructura de El run run funciona muy eficazmente. Esas cuatro partes que yo he visto, la introducción, los sueños, las notas y el epílogo, se sostienen entre sí y, siendo muy diferentes, se complementan y contribuyen a eso que me parece el tema último del libro: la importancia de la literatura en nuestras vidas. 

El prólogo (que es ficción) arremete contra la autoficción y propone una visión al trasluz de esta: una autoficción que parte, no de los acontecimientos vividos, sino de los soñados. Centra el debate literario sobre ese género en la frase de Magritte que se cita: si los sueños son un trasunto de la vida, esta lo será de aquellos. Lo que quiero decir es que me gusta mucho todo este juego de opuestos complementarios, prólogo-epílogo, autoficción/realismo onírico... y esos paralelismos los percibo incluso en el estilo, en la estructura de las frases, que resultan muy eficaces y quedan muy adentro del lector por su fuerza conceptista. No sé si me explico. Por ejemplo: "solo hay historias abigarradas que se consumen en sí mismas. No desprenden luz, sino más bien que la absorben".

 Y la misma idea de contraste/complemento se da entre los sueños y las notas que los acompañan, que son como una continuación de la labor narrativa, pero desde la otra orilla. Así que, si los sueños desembocan en las notas, estas te devuelven a aquellos, como el epílogo te lleva al prólogo y el estilo se sustenta sobre frases en conceptual equilibrio. Todo lo cual me gusta mucho, porque da idea de que hay una armazón perfecta detrás del libro. Y tal vez esa sea una de las razones por las que, como dije, el libro se pegó a mí y me estuvo acompañando durante días.  No sé si me he hecho un lío con esta idea. 

También me gusta el cuidado con que las notas van ofreciendo muy bien administradas informaciones sobre el narrador, sobre su vida personal (exesposa, hija...) y sobre sus dudas a propósito de su tarea como escritor. Me parece que una mayor abundancia de estos datos no resultaría tan eficaz. Los que hay bastan para dibujar un personaje escindido entre su vida civil y su vida literaria.

El run run me parece una declaración de fidelidad a la literatura, y de amor, porqué no, una afirmación de la perenne necesidad humana en una sociedad que cree haber entrado en una nueva época porque ha emborronado todos los conceptos que dan forma a la experiencia literaria: libros, editoriales, escritores, géneros, calidades... todo se ha vuelto inestable. Y esto nos lo dice El run run a través de una forma sumamente original. Felicitaciones.

Tomás Ruiz Luna


Por su parte el escritor uruguayo J. C. Mondragón leyó los cuentos del Breve laberinto:

Como bien sabes entrar al laberinto es fácil, lo complicado es salir; hay muchas cosas buenas en ese libro y el lector agradece la police, la diagramación con una tendencia muy profesional. Los textos exploran varios territorios asi como estrategias narrativas, desde lejos lo veo como un cruce de caminos o un alto en la expedición para saber qué rumbo tomar en los próximos proyectos.

Hay escenas fuertes por lo dicho pero también por el campo magnético que suponen alrededor; a veces fue demasiado poderosa la tentación del enigma y el efecto final se disuelve en la preocupación por el acertijo; vi una insistencia en la confrontación personal minimalista, captar el momento violento cuando los confictos hacen catarsis inesperada o traición; hay como un big bang de los mundos posibles, el esfuerzo del autor se centró en aunar un fantástico casi cósmico con cierto naturalismo de la tradición criolla, que me parece el desafío más logrado del conjunto. Creo que volvés a indagar los misterios rurales desde la escuela a los paisajes, como si allí hubiera cuentas pendientes con la infancia; debería reflexionar más sobre la sospecha de personajes recurrentes o de nombres que puede intercambiarse en territorios diferentes. Pero el laberinto es siempre amenazante porque es el camino inteligente para llegar al monstruo conocido y que hay que enfrentar. En este caso también para perderse en la lectura, y por suerte siempre hay una muchacha que nos da el hilo para salir del dédalo y regresar a ese otro laberinto de la vida cotidiana; felicitaciones por el conjunto y fuerte abrazo,

Juan Carlos Mondragón