Publicado primero como libro en 1867 y llevado al teatro en 1876, junto con una composición musical del romántico Edvard Grieg, Peer Gynt tuvo un éxito arrollador. Esa historia fantástica, de bordes metafísicos, donde un campesino adolescente de ambiciones desmedidas confunde idea y realidad, fascinó al público y también a una larga cadena de creadores y pensadores, produciendo múltiples versiones teatrales y adaptaciones al cine. Uno de los filósofos tocados por la fantasía de Peer Gynt fue José Enrique Rodó, que le dedica dos capítulos, el 24 y 25, de su obra capital, Motivos de Proteo. Cuando se leen esos dos textos escuchando la canción de Los Olimareños, surgen coincidencias admirables. La pieza de Rodó es una lectura filosófica de la obra de Ibsen y la canción es una lectura artística que Rubén Lena hace de la obra de los dos, pero textualmente muy cercana a la de Rodó. No hay trasiego directo sino una selección; es como si el compositor treintaitresino encontrase, entre las frases sonoras y profundas de Rodó, los versos de una canción y los escandiera a partir de esos capítulos.
El poema encontrado
Se trata de una práctica o recurso grato a las vanguardias, aunque su origen es anterior, un procedimiento: el poema encontrado (poème trouvé) dentro de un texto mayor, a menudo –muy a menudo– la índole del texto mayor no es poética. Es la mirada del poeta la que genera un poema casi sin escribirlo, o en todo caso “formateando”, dándole un nuevo formato, a las mismas palabras. Los escritores de poesía encontrada extraen frases y palabras de fuentes variadas (diarios, documentos históricos u otro tipo de textos). Este procedimiento, a decir del especialista Juan Angel Italiano, es previo al dadaísmo, aunque a partir de allí se hace notorio y se difunde. Por ejemplo, el Conde de Lautreamont lo hizo antes en sus Cantos de Maldoror, extrayendo fragmentos de, por ejemplo, enciclopedias. “Es una práctica compositiva” dice Italiano “similar a la práctica del collage aplicada a la escritura y termina siendo una práctica apropiacionista. No es un movimiento ni una escuela, es un ejercicio”.
Ahora ¿es posible que Rubén Lena utilizara prácticas de vanguardia para componer una canción de un dúo como Los Olimareños? Hay una mirada cultivada a lo largo de décadas, hay un oído poético, hay una larga experiencia creadora. Y, como me dijo Romeo Pérez Antón, había una larga tradición rodoniana en la formación del magisterio, que por desgracia se ha perdido. Rubén Lena era maestro y músico, y admiraba a Rodó.
Es posible –ya no podemos preguntarle– que al final de su vida le ocurriera algo similar a lo experimentado por Circe Maia en su último poemario, Dualidades, donde transcribe párrafos de narradores dándole forma de versos. El caso más llamativo es el cuento breve de Kafka, Las preocupaciones de un padre de familia, donde Circe escande párrafos y hasta diálogos, dándole forma de versos pero sin agregar ni quitar una coma para presentar el poema Odradek. El poema integra una serie de cuatro, donde formatea escritos de Kafka; también realiza la misma operación con un cuento de Oscar Wilde. Todos están incluidos en el libro Dualidades y encajan perfectamente con el resto de la obra de Maia, que es, como la obra de Rubén Lena, reconocida por su coherencia.
Los dos experimentos se ajustan al estilo personal de estos creadores. En el caso de Maia la única manipulación textual es la extracción y la presentación en versos; el fragmento es respetado en su integridad. En el de Lena, hay molido de versos, trabajar esa arcilla que ofrece Rodó. Es decir, no hay un traslado directo. Aun así quedan claras los vínculos entre uno y otro texto.
En una entrevista Circe me dijo que al leer esos textos narrativos lo ve como poemas. Obviamente solo una parte de ellos: la que le dicta su oído poético. “El argumento de “Cazador Grachus”, por ejemplo, siempre me ha parecido muy poético” agregó. Es como si luego de décadas de labrar un estilo, la mirada poética se afilara y se sintiera segura para “encontrar” la poesía –o la canción en caso de Lena– dentro de textos de otra índole. Aunque Circe agrega que “poesía y prosa se mezclan mucho, no es una definición nítida”. La realidad del poem found, poema encontrado, es mucho más frecuente en el mundo anglosajón: se extrae el texto para hacerlo decir otra cosa.
En una entrevista que les hice a Los Olimareños en 1989 les pregunté específicamente por la canción de Por Peer Gynt, agregando que me parecía renovadora. Pepe Guerra me explicó, si la memoria no me falla, que era “una media serranera, ejecutada a un ritmo más lento del habitual”, descartando que hubiera innovaciones. En el caso de la letra, Rubén Lena no solo extrajo sino que también rehizo y creó, es decir trabajó poéticamente, fragmentos del proteico texto rodoniano para que expresara otra cosa, su sensibilidad poética. La canción sigue la misma estructura del texto, que poetiza y filosofa sobre lo que le ocurre a Peer Gynt al regresar fracasado a su aldea natal, pero no expresa lo mismo; hay otro tono y otra verdad poética en esta derrota.
El juego interactivo
Pero veamos el juego entre un texto y otro. A continuación, se citan lo párrafos de los capítulos 24 (XXIV) y 25 (XXV) de Motivos de Proteo; cada uno de estos párrafos está seguido por los versos (en cursiva) correspondientes a esa maravillosa canción que es Por Peer Gynt.
Veamos:
Cuando (Peer Gynt) ve su cabeza blanca después de haber aventado el oro de ella en vana agitación, tras de quimeras que se han deshecho como el humo, este pródigo de sí mismo quiere volver al país donde nació.
Camino del regreso
de todos los caminos,
Peer Gynt, cabeza blanca,
que fuera de oro fino,
vacío de los sueños
vuelve sobre sí mismo.
Camino de la montaña de su aldea, se arremolinan a su paso las hojas caídas de los árboles. «Somos, le dicen, las palabras que debiste pronunciar. Tu silencio tímido nos condena a morir disueltas en el surco».
Camino de su pueblo,
las hojas del otoño
desde el suelo le hablan,
murientes, con encono:
«Tú debiste decir
tus palabras que somos,
y el tímido vagar,
tu tímido abandono
nos condena a morir
disueltas en el polvo».
Camino de la montaña de su aldea, se desata la tempestad sobre él; la voz del viento le dice: -«Soy la canción que debiste entonar en la vida y no entonaste, por más que, empinada en el fondo de tu corazón, yo esperaba una seña tuya».
Camino de su pueblo
dice la voz del viento:
«Soy la canción debida
que no entonaste nunca,
por más que yo despierta
en el fondo de tu alma,
esperaba tu seña»
–dice la voz del viento.
Camino de la montaña, el rocío que, ya pasada la tempestad, humedece la frente del viajero, le dice: -«Soy las lágrimas que debiste llorar y que nunca asomaron a tus ojos: ¡necio si creíste que por eso la felicidad sería contigo!».
Camino de su pueblo
el rocío le dice:
«Soy las lágrimas tuyas
que llorar tú debiste…
¡Necio eres si por eso
felicidad tuviste:
No existe en esa forma
no es por eso que existe!»
Camino de la montaña, dícele la yerba que va hollando su pie: -«Soy los pensamientos que debieron morar en tu cabeza; las obras que debieron tomar impulso de tu brazo; los bríos que debió alentar tu corazón».
Camino de su pueblo
pisa la hierba fresca:
«Yo soy los pensamientos
que debieron morar en tu cabeza;
las obras que debieron
tomar fuerza en tu brazo,
la esperanza con bríos
en tu corazón sano».
Y cuando piensa el triste llegar al fin de la jornada, el Fundidor Supremo» -nombre de la justicia que preside en el mundo a la integridad del orden moral, al modo de la Némesis antigua-, le detiene para preguntarle dónde están los frutos de su alma, porque aquellas que no rinden fruto deben ser refundidas en la inmensa hornaza de todas, y sobre su pasada encarnación debe asentarse el olvido, que es la eternidad de la nada
Y cuando llegar piensa
al fin de su jornada,
el fundidor supremo,
le detiene a pedirle
los frutos de su alma,
y aquellos que no rinden
se funden en la hornaza
inmensa de la nada.
Aquí se pueden leer los capítulos XXIV y XXV de Motivos de Proteo completos y aquí oír la canción.
Ibsen lo escribió, Rodó lo recreó y Lena lo convirtió en canción; esa podría ser la cadena pero seguramente el proceso fue muchísimo más complejo y más vívido dentro de la sensibilidad poética de estos creadores; cada uno la expresó a su manera. Parece más sensato afirmar que seguramente nuestro filósofo jamás imaginó que parte de su decantado verbo terminaría cociéndose en el fuego lírico y sabio de un compositor treintaitresino, para ser cantadas por una de las mejores voces del país, Pepe Guerra, acompañado por Braulio López, dentro de la obra del dúo más famoso del Uruguay.