La vida amorosa en la prensa II

Pablo Silva Olazábal y su libro de microrrelatos

El libro es pequeño, pero tiene muchas narraciones: son 23 los cuentos de La vida amorosa de Telonius Monk y otras historias mínimas, el libro de Pablo Silva Olazábal que acaba de aparecer a través de la editorial Yaugurú. Conocido por su actividad radial con La máquina de pensar y antes por su programa Sopa de letras, Pablo Silva ha editado Conversaciones con Mario Levrero (2008) en varios países, y tiene en su haber varios libros de relatos (La revolución postergada, Entrar en el juego, Lo más lindo que hay) y dos novelas (La huida inútil de Violeto Parson y Pensión de animales). También fue el coordinador de El libro de oro de T cuento Q (2011), para el que seleccionó 500 de los miles de minicuentos participantes en el concurso organizado por la Biblioteca Nacional y Antel. Ese trabajo con relatos breves lo llevó recientemente a la Universidad Iberoamericana, en México, donde dio una charla sobre nueva narrativa uruguaya. En México, Silva presentó también su último libro en la Feria del Libro del Zócalo.


“Fui invitado por el escritor e investigador mexicano Javier Perucho por mi producción. Nos vimos en mayo, en la Feria del Libro de Buenos Aires. Lo había entrevistado hace tiempo, cuando organizaba el T Cuento Q. El Libro de oro del T cuento Qfue traducido al francés el año pasado. Le comenté a Javier que estaba por sacar un libro de cuentos muy breves y me alentó a presentarlo en el 3er Encuentro Iberoamericano de Minificción, en la Feria del Libro del Zócalo, en el DF. La vida amorosa de Telonius Monk se había editado una semana antes y pude llevarlo”, explica.
Los cuentos de Telonius Monk son breves pero no “epigramáticos”, como los de T cuento Q. ¿Cómo te acercaste a ese formato?

Es minificción, no sólo porque no superan determinado límite, una página y media, digamos, sino porque, siguiendo lo que afirma Perucho, aspiran a la concisión, un solo punto de vista y unidad de tiempo y lugar. Los minicuentos del T Cuento Q representaban una variante dentro de la minificción, el hiperbreve. En México hablan de tuiteratura.
¿Cuándo comenzó a atraerte ese formato y cuándo te largaste a escribir?

Alrededor de 2003, o tal vez antes, escribí “La batalla”, que corregí muchas veces y nunca me dejó muy contento. Por esos años también salió el relato “La vida amorosa de Telonius Monk”, que iba a ser una novela, luego bajó a versiones de 15, nueve y tres páginas para terminar en una página y media. Pero el género me atrajo desde antes, con Augusto Monterroso a la cabeza, y con la antología que hicieron Borges y Bioy, Cuentos breves y extraordinarios, que fue fundacional para esta zona del Río de la Plata.
¿Cómo ves a este libro en relación con los anteriores que publicaste?

Aunque en mi primer libro de cuentos, La revolución postergada, ya había dos minificciones, este libro es un camino nuevo, otro intento. No sé si más radical o más exigente, pero sí menos seguro. Estas minificciones son chispazos o instantáneas, que exigen un lector atento y creativo. Si el cuento tradicional es un iceberg donde sólo 10% es visible, en estas minificciones sólo se ve 1%. Lo demás lo pone el lector.

27 de octubre de 2018 | Letras La Diaria, Gabriel Lagos