La Máquina de Pensar en Levrero


El otro Yo del Dr. Levrero ¿Hasta qué punto el personaje que nos quedó de Mario Levrero facilita la difusión de su obra? ¿Cuánto de la leyenda de sus fobias y neurosis, de su filosofía existencial o de la arbitrariedad de sus gustos personales promovió -y promueve- la lectura de sus cuentos y novelas?

¿Es Mario Levrero una suerte de Horacio Quiroga al revés? ¿Su aventura interior, en lo profundo de sí mismo, llama tanto la atención como el destino robinsoniano de Horacio Quiroga en la selva? Sus investigaciones paranormales, su austeridad a prueba de balas, su hermetismo mediático, su fobia social… todo eso ¿Es anécdota? ¿O es central en una literatura que investiga los límites del Yo?


Mesa La Máquina de Pensar en Levrero
Participan: Ezequiel De Rosso (Arg) Marcial Souto (Arg)
Felipe Polleri (Uru) Juan Ignacio Fernández (Uru) Modera: Pablo Silva Olazabal (Uru)
Viernes 2 de octubre a las 20:00 horas Salón Dorado – 38º Feria del Libro de Uruguay
 


Reporte Personal
La mesa salió mejor de lo que podía esperarse en el más optimista de los delirios. La idea era replicar de algún modo la excelente mesa que hicimos en mayo pasado en la Feria del Libro de Buenos Aires en mayo. Participamos los mismos pero esta vez hubo momentos de gran intensidad emocional: Marcial Souto quedó en silencio durante un minuto y medio (o más). Simplemente no podía seguir hablando (en ese instante estaba diciendo que Levrero nunca llegó a ver una sala colmada como aquella y que eso era injusto). Para hablar de ello utilizó una expresión retórica de un cientista holandés: dijo que había personas que generaban cosas tan avanzadas que pasaban desapercibidas durante años, décadas o hasta siglos. Eran "bellas durmientes" que la Historia ignoraba hasta que alguien, en el futuro, descubría su contemporaneidad, el grado de su genio. Sin el beso de esos "príncipes" la obra continuaría en silencio. "En el caso de Levrero, el beso que lo consagró fue el beso de la muerte". La expansión de su obra comenzó con la publicación póstuma -al año siguiente de su partida- de La Novela Luminosa (Marcial dijo que hasta el título era exacto, porque iluminaba el resto de la obra). "Es algo muy injusto" dijo y no pudo continuar. Todos los que estábamos en la sala aguantamos esos casi dos minutos de un silencio cada vez más tenso. Yo, que estaba al lado, atiné a hacer lo que haría cualquiera, palmearle el hombro, decirle que eso de algún modo estaba previsto por Levrero. Marcial logró atravesar la angustia y seguir. El resto fue una gozada: empezó a contar la publicación de los dos primeros libros (La Ciudad y La Máquina de Pensar en Gladys) en una editorial de la iglesia metodista, que estaba jugada a la acción política progresista.... "de aquellos libros no queda nada, salvo los de Levrero, porque aunque no lo parecieran, eran los auténticamente revolucionarios".
En fin, no puedo contar todo. Sí puedo decir que NO se grabó, así que lo que vivido anoche entra, definitivamente en la categoría de "algo para recordar".



Ezequiel De Rosso, Marcial Souto, Pablo Silva, Felipe Polleri y Juan Ignacio Fernández