Italo Calvino sostuvo que Borges desarrolló una
obra –un programa– que ya estaba potencialmente
en nuestra lengua y con ello dio “un mundo a imagen y semejanza de los espacios
del intelecto” escrito con ese estilo conciso y concreto, casi físico, que proviene
del inglés. Se podría decir que la poesía de Circe Maia (Montevideo, 1932) ha realizado
en nuestro idioma una obra que, por su carácter cotidiano y filosófico, presenta
muchas afinidades con la lograda en polaco por Wislawa
Szymborska. (nota curiosa: esta afirmación es recogida en este artículo del suplemento cultural de El País de Madrid). El artículo también se puede leer aquí
Su poesía no es torrencial ni hermética ni ostensiblemente
dramática, sino más bien elusiva y confidencial, casi prosaica, y muchos de sus
poemas se pueden leer –y sentir– como una suerte de comentario realizado en voz
baja para iluminar lo que no se menciona. Tal vez su trabajo como traductora del
inglés (ha traducido a Shakespeare y a contemporáneos como Robin Fulton o
Charles Tomlinson) y del griego (Kavafis, entre otros) la vinculan a
modalidades no demasiado transitadas. Para el poeta Jordi Doce, uno de los
mayores especialistas españoles en su obra[1],
su talante poético es más afín al mundo anglosajón que al hispano.
Resultaría tentador describir su estilo por lo
que no es; jamás establece verdades tajantes y la prudencia parece guiar su
decir. Según el crítico Luis Bravo se trata de una poesía nutrida en la
reflexión que dialoga con la vida misma. Este pensar sensible, de fraseo
filosófico, es accesible para todos aunque también se nutra de libros y de
clásicos. Su primer poemario, “En el
tiempo” (1958), lleva un epígrafe de
Antonio Machado que anuncia que la poesía no es mármol duro y eterno “sino palabra en el tiempo”.
Esta conciencia de que estamos hechos de
tiempo atraviesa toda su obra y también su vida. A los 19 años falleció su
madre; a los 40 los militares irrumpieron de madrugada para arrestar a su
esposo, que fue encarcelado por dos años mientras ella era destituida de su
cargo como Profesora de Filosofía en la Enseñanza Media. En 1983 la tragedia volvió
a marcarla: perdió a uno de sus hijos en un accidente de tránsito.
Al escribir sobre un poeta griego
contemporáneo Circe Maia afirma: "posee un finísimo sentido de la presencia
del pasado en las cosas presentes y algunas veces una necesidad de cortar esos
lazos, esa dependencia.”[2]
Esta aguda conciencia del pasado y de la fugacidad del tiempo también le cabe a
su poesía y se expresa a través de situaciones cotidianas que son recreadas a
través de detalles acústicos y visuales. A modo de ejemplo, en el poema “Regreso” una madre entra a la habitación
de sus hijos para limpiarla y tiene una revelación:
Regreso
Estábamos tan acostumbrados
al ruido de los niños,
—gritos, cantos, peleas—
que este brusco silencio, de pronto...
Nada grave. Salieron.
Sin embargo
en pocos años será lo mismo
y no nos sentaremos a esperarlos.
Habrán salido de verdad.
Se saldrán del correr en escaleras.
¡No corran, niños! De sus cantos gritados
de su empujarse y su reír, habrán salido.
Volverán sólo en ráfagas-recuerdos,
en fotos alineadas.
Tiempo de mamaderas y pañales.
Tiempo de túnicas y de carteras.
Tiempo quedado atrás de alguna puerta
que no será posible abrir. Habrán salido.
Por eso toco y miro, como de gran distancia
este cuarto en silencio
con juguetes tirados por el piso
con camas destendidas.
Me siento regresando.
Como quien ya se iba y da vuelta.
Como alguien que olvidó despedirse.
Desde afuera, de lejos, he regresado
a la resbaladiza sustancia de la vida.
del libro “El puente” (1970)
La
carnalidad de las palabras
En Uruguay su obra ha ganado todos los premios
posibles y algunos, como el Premio Nacional de Poesía, hasta dos veces. Su poesía
ha sido musicalizada por cantores de la talla de Héctor Numa Moraes y Daniel
Viglietti; incluso uno de los grupos más influyentes de la música popular bajo la
dictadura tomó su nombre de un poema suyo, “Los
que iban cantando”. Ha sido publicada en Suecia, Inglaterra, Estados Unidos
y Argentina. En el 2018 aparecieron en España dos antologías, la de Jordi Doce
en editorial Pre-Textos y otra en Visor de Poesía prologada por el poeta
uruguayo Diego Techeira.
Su personalidad está en las antípodas de la
escritora consagrada; tiene una gran conciencia del peso de la palabra y de la fragilidad
de la expresión humana. Sabe que nada es para siempre, que realidad y lenguaje
son cambiantes y que todo está atravesado por una dualidad no dicotómica que
tal vez remita a la naturaleza del signo, o tal vez a dimensiones ocultas de la
vida. Frente al límite metafísico su poesía calla, o mejor dicho, alude en silencio.
Al final de un artículo sobre la infinitud del universo se pregunta: “¿Queda
algún eco, en nuestra época, de estos terrores? Hay un tácito acuerdo, según
parece, de no plantearse ya temas tan vastos como los del Ser, la Nada, el Infinito… “De aquello de lo que no se puede hablar, más
vale callar” dice Wittgenstein. Callemos, entonces.” [3]
Y es que al igual que otra profesora de
Filosofía, la cuentista argentina Hebe Uhart, Circe Maia siente aversión ante
cualquier intento teorizante de la literatura. Huye de categorías, esquemas o
tendencias; su pensamiento poético discurre por carriles que no se basan en
oposiciones. Una vez, comentando un documental sobre Marguerite Yourcenar me
escribió: “Viéndolo sentí que Marguerite sentía también el rechazo a los dogmas dualistas y al mismo tiempo la
aceptación de las necesarias dualidades...”
En otro artículo sobre el viaje de las
metáforas concluyó que “(…) en el proceso de la creación, la carnalidad de las
palabras, su ritmo, su sonido están indisolublemente ligados a su sentido. El
poeta no piensa por ideas sino por imágenes a la vez sonoras, visuales y
conceptuales. Como este último elemento, el conceptual, no está aislado de los
otros, no puede ser puesto en otras palabras, no puede ser “pasado” a la prosa.
La poesía se alimenta de la poesía y genera poesía aun en otro idioma”. [4]
La poesía de Circe Maia, de trámite pausado y
dialogante y dirigida a lectores “no especializados" ha logrado unir,
gracias a su profundidad, la mirada con el pensamiento.
Pablo Silva Olazábal
publicado en la revista española Turia N° 128 en setiembre de 2018 y revista Relaciones de enero-febrero de 2019.
Seis poemas de Circe Maia
Una
horrible impresión
All floors are false
M.L
Peor que no poder volar ni remontarse
–sueño estéril del alma–
es la horrible impresión de no poder tenderse
ni apoyarse siquiera
porque
cede.
“Dos voces” (1981)
Raras
visitas
Puede ocurrir, –y a veces con frecuencia– que
uno se sienta como despellejado
sin la barrera de la piel, en contacto directo
en carne viva, a nervio desnudo
con el extraño ser de la belleza
¿Qué hacer? Es necesario
recibir al fugaz visitante
con cierto disimulo.
¿Qué diría la gente
si nos viera caer de rodillas –¡y dan ganas!–
por tres gotas de música
por un tono perfecto
por una línea pura?
“Dos
voces” (1981)
Reviviscencia
Pájaro raro, de vuelo lento
a doble ritmo: golpe de ala de sombra
golpe de ala luciente.
Días y noches enterrados sueltan
el polvo que los cubre.
Brillando están sus cielos.
De deshechos relojes, de quebradas agujas
de
sus esferas rotas
salta una hora entera, intacta… Mira:
una piedra, un cristal escondido, relumbra.
Como
un viento inaudible
mueve otra vez los álamos.
Por la abierta ventana
–¿estará ahora abierta?–
han penetrado insectos verdes y diminutos.
Quien tendía la mesa, pone otra vez los
platos.
Ha desplegado un blanco mantel ante mis ojos.
Caen de él cenizas de tiempo, gotas frías.
Así vi arder la hora frente a mí. Ardía
sin quemarse, quemándome.
“El Puente”
(1970)
Sorpresa
y uvas
"…Feliz en su soledad
circular..."
Parménides de Elea
Como empezaron a madurar las uvas
se ensombreció el parral
pero de pronto
se vio en la sombra brillar, casi incoloro
el cristal redondo de una uva sola:
una esfera translúcida.
Mañana va a empezar, irrevocablemente
el proceso seguro
de su oscurecimiento-azulamiento
pero ahora
este techo opaco rodeando el raro brillo
es centro de miradas
sorprendidas
risueñas…
La redondez perfecta las ignora.
Con su orgulloso brillo
la uva parece haber pisado
el primer escalón del mundo inteligible.
“De lo visible” (1998)
Velocidad
creciente
Hay una
sensación de que los días pasan
a más velocidad y que no hay tiempo
de muchas despedidas.
Suena una voz, como de insecto,
por detrás de los días
y detrás de las noches
pequeño picotea, pero que no para
cuando quieres ver, los días se desmoronan
como si hubieran sido devorados por dentro.
(Las fauces invisibles
dan cada vez más veloces
dentelladas)
“Breve Sol” (2001)
Fines
de agosto
A finales de agosto hay algo que estalla
en hojas pequeñísimas
La explosión silenciosa
tras verdes clarísimos
y hasta a veces en la punta de las hojas un
tono
diferente, difícil de definir, brilloso.
¿Te molesta este tema tan manido?
No importa.
Ellas
–las hojas–
salen.
“Dualidades” (2014)
Datos de Circe Maia
Circe Maia (Montevideo, Uruguay, 1932). Premio
Nacional de Poesía (1958 y 2001) y Medalla Delmira Agustini (2012). Realizó
estudios de Filosofía y de Lenguas Modernas. Su interés por el griego actual es
posterior, ya instalada nuevamente en Tacuarembó, donde dió clases de Filosofía
y de Literatura Inglesa. Ha publicado traducciones de poetas griegos e ingleses
en revistas uruguayas y extranjeras. Sus libros de poesía son: En el tiempo
(1958), Presencia diaria (1963), El puente (1970), Cambios, permanencias
(1978), Dos voces (1981), Superficies (1990), De lo visible (1999), Breve sol
(2001), Ayer un Eucalyptus (2001, obra traducida al inglés), Obra poética
(2010, conjunto de su obra poética publicada hasta entonces), La pesadora de
perlas (2013), Dualidades (2014). Sus libros en prosa son Destrucciones (1986)
y Un viaje a Salto (1987). De este último libro existe una edición bilingüe,
publicada por la Swan Isle Press, de Chicago
(2004), La casa de polvo sumeria: sobre lecturas y traducciones (2011) De sus
libros de poesía existen dos antologías: la primera, publicada en la ciudad de
Lund, Suecia, poemas traducidos por Orjan Axelson, y la segunda en una edición
bilingüe editada en Londres, con poemas traducidos por Brian Cole. En 2013
publicó su traducción de los versos del poeta escocés Robin Fulton. En 2009 se
incorporó a la Academia
Nacional de Letras de Uruguay; en octubre de 2010, recibió el
premio “Bartolomé Hidalgo” a la trayectoria que otorga la Cámara del Libro, y en
octubre de 2015 recibió el Gran Premio Nacional a la Labor Intelectual,
otorgado por el Ministerio de Educación y Cultura de Uruguay. También en 2015 la Universidad de
Pittsburgh publicó “The invisible bridge”, antología de poemas suyos traducidos
por Jesse Lee Kercheval.
[1] Jordi Doce
es responsable de la selección y prólogo de la antología “Circe Maia. Múltiples
paseos a un lugar desconocido” que salió por editorial Pre-Textos en octubre de
2018.
[2] La casa de polvo sumeria: sobre lecturas y traducciones (2011). “La
vía indirecta” sobre Roys Papangelo.
[3] La casa de polvo sumeria: sobre lecturas y traducciones (2011)
“Horrible y cautivante” Pág. 69
[4] La casa de polvo sumeria: sobre lecturas y traducciones (2011) “El
viaje de las metáforas” Pág. 66